sábado, 20 de febrero de 2010

Eco

La vacuidad de una vida es algo mucho más tangible de lo que uno se piensa. Palpable incluso.
Se puede medir en horas interminables, en sudorosos minutos, en tortuosas esperas, en miradas blancas y unidireccionales.

"Siempre podré saltar desde el marco de esta puerta,
por muy ridículo que parezca.
Al menos habré asimilado mi papel de ángel,
aunque sea por un segundo,
cayendo entre los edificios,
volando entre inocentes."

N. T. (fragmento de Peacefully Yours)

miércoles, 20 de enero de 2010

Extensión de un poco convincente adiós.

"Tengo miedo. Es decir, afronto los problemas, pero tengo miedo. ¿Y quién no? Los cambios asustan aunque sean buenos, y casi siempre son buenos en algún aspecto; pero, ¿es éste un cambio positivo? Al menos quiero convencerme de que lo será, a la larga... No puedo evitar que una parte de mí se paralice, se petrifique, que me vuelva hielo goteando sin parar al pensarlo. Y miro a la ventana y veo que el mundo sigue en pie, que la gente camina y habla y ríe, pero nadie me mira a los ojos como tú. Y no quiero decir que no habrá nadie más que pueda llenar ese vacío, porque es un cliché tan penoso como tirar el anillo de casados en la cara del marido infiel o un "felices para siempre" escrito en una tarta de bodas de crema rosa. No sé si será así, no sé si habrá otra persona que sepa entenderme de esta forma, y no quiero saberlo, porque eso no va a consolarme por ahora. Por ahora eres un clavo demasiado bien hundido en mi ser como para que otro clavo sea capaz de sacarte. Dios, como me gustaría que se callara la ciudad por un momento, o que hiciera sol. 
Quiero dormir."