sábado, 2 de mayo de 2009

Crónicas de la chica Transoceánica. Cap.2- Fuego y un pasado.














Los vapores del alcohol empezaron a surgir efecto. Me sentí como flotando alrededor del fuego, ensimismada con sus movimientos espasmódicos. Te recordé con extremada claridad, a pesar de los años que habían pasado seguías siendo un recuerdo muy vivo. Recordé mi casa, mi madre. Aún no lo echaba de menos, aún era demasiado pronto para sentir la añoranza del hogar, pero me apetecía tenerlo todo en mente.
Aún estaba fresca en mí la sensación de dualidad entre tristeza y magnificencia que sentí en el aeropuerto. Mi amiga con los ojos empañados en lágrimas, mi madre con la mirada limpia, llena de satisfacción y orgullo, y mi cara, combatiendo por no mostrar el apuro que sentía por marcharme de ahí. No es que no me diera pena irme, sino que simplemente la tristeza no afloró en el exterior. Cuando ya me hube despedido de todos y ya estaba en el avión, cayó la tan esperada lagrimita. La sequé con el reverso de mi manga y me quedé mirando por la ventanilla redonda. 
Las imágenes del fuego y de la pista de aterrizaje se solaparon, y volví a la realidad. Volví al contraste térmico, a los ruidos del bosque canadiense, a los vapores del vino blanco, a la perversa compañía del señor francés, a tu intensa presencia en mis huesos. Me encontré reviviendo mis 8 años, mi pelo rubio y lacio, mis enormes ojos curiosos y tu guitarra en el hombro. Reviviendo aquél mágico verano del 99.