jueves, 15 de enero de 2009

El accidente.

Queridos amigos, amigas, desconocidos internautas...
Tenía pensado empezar este blog de chica transoceánica con un estudio antropológico especial, pero tras el suceso de hoy, no he podido resistirme a contaros... el accidente!
Todo ha empezado con un día muy normal. Mis días normales, desde que he empezado este año sabático, se sitúan al otro extremo del concepto de "normalidad" que tenía cuando era yo una estudiante... Pues bien, mi día normal ha empezado a las 10 de la mañana con un café con leche. Hasta aquí nada emocionante, ningún sobresalto, todo muy llano. He proseguido con mis tareas de escritora en paro, que me han absorbido hasta tal punto que he vuelto a llegar tarde a mi cita de las 14:00... Soy una impresentable. Pero en fin, más vale tarde que nunca. 1 hora de clase de código vial que te deja con la cara de por-Dios-que-alguien-me-saque-de-aqui, y salgo andando, con las orejas metidas entre los pliegues de mi bufanda gris de dos metros de largo. Desde que estoy en esta situación de parada tengo la extraña manía de hacer listas para tener la impresión que mis días no son completamente vacíos y sin propósito alguno. Así que saqué la lista de hoy en la que aparecía la gran misión del día: ir a recoger la entrada para el concierto de este sábado. Superemocionante. Camino hasta mi Piaggio Liberty de 50 cc, que hasta la fecha me ha dado más de un disgusto y muchas más alegrías, y saco mi teléfono. La dirección que había apuntado ahí la noche anterior me indicaba claramente una calle de Les Franqueses. Dilema. Mi sentido de la orientación debo quedarse en el vientre de mi madre al nacer yo, porque siempre me pierdo. Siempre. Pero bueno, las ganas pudieron conmigo y decidí adentrarem en la jungla urbana que me resultan los pueblos del Vallés. Subo en la moto y voy hasta donde me guía mi instinto. Camino equivocado... En fin, vuelvo hacia atrás y me doy cuenta de que estoy en la calle correcta, pero que no encuentro la calle transversal que busco. Sigo buscando, distraída de cualquier cosa que no sean rótulos con nombres de calle, hasta que en un momento dado levanto la vista y veo el semáforo en rojo, pero yo ya estoy debajo y una furgoneta se acerca hacia mi. La esquivo a duras penas, y aún así la toco y hago un derrape lateral digno de una película de acción. Desgraciadamente me caigo de lado, y doblemente desgraciada me doy cuenta que en la chaqueta llevo el bloqueador de disco de la moto en el bolsillo y que me lo he clavado en la pelvis. Me levanto del suelo de un bote, sin acabar de creerme lo que acaba de pasar, y lo primero que hago es revisar mis muñecas, las cuales estan intactas y eso me alivia. No es extraño que sea mi primer reflejo porque al parecer tengo las muñecas de porcelana y siempre resultan ser las cosas más afectadas. O debe ser que son mi objeto de gafe... Pero de eso ya os contaré otro día.
El caso es que ahora, con la retrospectiva que me ofrece el comfort de la ducha caliente y las zapatillas de estar por casa, me doy cuenta de cuan afortunada soy. Aún me pregunto quién fue el imbécil de tráfico que me dió el permiso de la moto, visto que soy la peor conductora del universo y del espacio exterior. Van 3 accidentes de los que salgo ilesa (o casi), y eso es una suerte que no todos tienen. Mi única cruz por ahora es un moratón en la pelvis, otro en el muslo y una herida superficial en la rodilla. Vamos, nada que no pueda arreglar un trozo de pastel de chocolate y un vaso de zumo.
:3

1 comentario:

Onofre Bouvila dijo...

La chica del pintalabios marrón et recomana allunyar els objectes contundents de la teva pelvis de cara a preservar la teva integritat física... Per altra banda, t'anima a seguir amb aquest blog tant prometedor: no oblidis als teus lectors nineta Transoceánica!